Qué bueno encontrarse con una película inteligente. No abundan. Abundan las espectaculares; las sensibles; las comprometidas; las serias; las livianas; las sofisticadas; los ejercicios de estilo; las irónicas; las bien hechas; las vacías; las auto bombo; los bodrios. Esta es una película de género con todas las de la ley que explica a su vez al género, el terror, en la trama misma, lo que es fantástico (me levanté chistosa hoy). No lo hace ni con ironía sobradora; culpa escondida o algún intelectualismo en busca de la niñez perdida. Lo hace haciendo cine. Trama sobre trama. El título es ya juguetón; La cabaña del bosque; (The Cabin in the woods) nos manda derecho y sin anestecia a un genero (sub género) por demás transitado y nos envía también al folklore popular más antiguo. Todo, agregando un elemento esencial de nuestra época; el reality show, el proyecto Dharma de Lost; la realidad perdida de significado sino es filmada. No quiero ponerme muy serio con una película que no lo es para nada. Al contrario. Es una película pequeña que sin embargo lo explica todo acerca de sí y sus fuentes. Y en 90 minutos! De la casa en el bosque a la esencia del horror mismo y su absurda o primera justificación. Solo decir que cuando parece que termina solo recién empieza y que de algún modo, seguramente lateral pero no por ello menos importante, recuerda a las dos primeras fantásticas temporadas de True Blood (en especial la segunda con su desenlace a toda orquesta y antes que Sookie se pasara de ácido). Ah, el pibe que la dirigió se llama Drew Goddard y prefiero quedarme en la duda de si es un buen chiste o un destino. En todo caso produce una risa liberadora (como la carcajada que dio Foucault al leer Borges; cf. Las Palabras y las Cosas, Introducción). Tan grosso llevar la inteligencia en tu nombre.
Miss Mundo.
PD: Parece que Goddard es en efecto su nombre y fue escritor en Lost. Bingo!