Qué cosa las películas francesas, siempre tienen ese qué sé yo, ¿viste? Muy raro ver asesinos seriales en películas francesas. O será que esas no llegan acá ni en los festivales (no me hablen de Gaspar Noé, que es argentino). Esta es una película liviana y errática como la melodía de piano que la acompaña de principio a fin. Impredecible pero sin grandes giros, de a ratos burbujeante y de a ratos francamente aburrida, la peli muestra un universo habitado por seres levemente obsesivos, cada uno con sus pequeñas manías, repeticiones, actos sin sentido.
Demain on demenage, que suena tan bonito, tan musical, quiere decir Mañana nos mudamos. En la primera escena, un piano pende de una soga; su dueña sigue su trayectoria en el aire conteniendo la respiración. Ella y su hija acaban de mudarse. Pero no están a gusto, y para el final el piano volverá a trasladarse. En el interín, y a lo largo del proceso de venta, girarán en torno de él una serie de personajes, y sus -livianas- consideraciones sobre qué es erótico, qué es triste, qué es comico. Ah, y sobre los olores.
Lo cual lleva a un punto más que interesante: ¿qué busca, o qué encuentra, la gente en una casa? La peli hace pensar que ya se le tendría que haber ocurrido a alguien hacer un documental, al estilo Balnearios, con las visitas inmobiliarias (que, como se ve en la peli, no dejan de ser visitas). ¿Por qué lo que para uno es opresivo, para otro es íntimo, lo que para uno es naturaleza para el otro es jungla? ¿Cómo puede ser que elijamos dónde vivir por un olor? ¿Cómo elegimos dónde vivir?
En fin, el documental no está hecho todavía. Esto es ficción: personajes que se entrecruzan, una historia que nunca pierde su liviandad y una canción final absurda y feliz.