Otro clásico festivalero: películas japonesas y raras, de esas en las que alguien puede salir fascinado pregonando al nuevo profeta y el de a lado puede salir pidiendo que le devuelvan la guita. Los japoneses, por lo menos los que solemos ver acá, hacen lo opuesto al cine argentino clásico: muestran mucho y explican poco. Aquí por ejemplo tenemos una ciudad sucia y abarrotada, clima opresivo, trabajos industriales y departamentos que parecen de plástico, como comprados en el supermercado, y en el medio de todo eso, una luminosa medusa mutante. La medusa hasta tiene su propia música maravillosa. Ah, también están los chicos que usan remeras del Che.