Carretera Marginal de la Selva

Salimos del mar y llegamos a la selva. Subimos hasta arriba de todo y bajamos hasta abajo de abajo hasta que llego el río bien ancho y se acabaron todas las rutas. Un río que llega hasta el Amazonas y de allí al otro mar. Vimos nieve blanca y verdes de todos los colores. Antes anduvimos por una pampa a 4000 metros de altura que nos dejó boleados. En una planicie donde se pone el sol como si fuera el mar. Y cuando se va el sol hiela. Lo gracioso es que a estos meses lo llaman el verano; porque en el verano (nuestro verano) llueve. Bah, en verdad acá nieva. Parece Alaska nos dijo el dueño del hostal. Es seco seco pero en un momento que parece que no llega nunca se abre un valle y se empieza a bajar a lo bestia. Entonces empezamos a pasar a los camiones que antes casi nos pisan. Como por arte de magia todo se va poniendo verde y aparece un río y montañas de otros colores. Los perros son nuestros enemigos y quieren masticarnos los pies. Hay bosque pero falta para la selva. Estamos a media altura. Córdoba digamos. Bajamos y bajamos por un desfiladero hasta que aparecen otros valles transversales misteriosos. En otra vida voy a ir también por ahí. Después, contra todo pronóstico el desfiladero se ensancha y hay un encuentro de valles y aparece una ciudad que parece enorme y está rodeada de casas en las montañas como nidos de barro. De a poco todo se vuelve un verdadero kilombo. Es Asia en los Andes. Enjambres de moto taxis tuneados con el logo de batman y el hombre araña. Sin que nos pisen llegamos a la plaza central y nos alojamos en el Hotel frente a la plaza como dos bacanes. Gracias America Latina. Nos duele todo. Mañana volvemos a subir por entre plantaciones de café. Pasamos un túnel y del otro lado es otro país. Por fin la selva selva de verdad. Y el calor. Los tigres nos miran. Esta noche juega River.