AninA, de Alfredo Sodergut

Esta es la gran mimada del Baficito, porque es la primera vez que una peli de esa sección -mi favorita total- forma parte también de la competencia oficial. Así que me pidieron voto del público y puse 4, o sea, muy buena. Es una hermosa película de animación, con dibujos maravillosos y una historia tierna, sentida y conmovedora, que además toca de cerca por ser uruguaya y representar Montevideo (los directores comentaron que en Alemania les preguntaron «por qué son tan raras las casas»). Pero, por algún motivo, no me deslumbró. No todos los días se encuentra un McDull, o un Básicamente un pozo.
Anina Yatay Salas es una nena de diez años harta de que le digan niña capicúa en la escuela. Carga con ese nombre «que parece un chiste» por culpa de las obsesiones de su padre. La relación de Anina con su papá y su mamá me recuerda un poquito a Mafalda.
Los problemas de Anina -que le digan capicúa, que la directora la castigue o que el chico que le gusta no le dé bola- son tratados con la gravedad que merecen: toda. Ése es un acierto. Otro es la banda sonora con canciones uruguayas. Pero mi favorito total es la pesadilla de Anina, con inspiración en los terrores de Alicia ante la reina de corazones. O, directamente, de las penurias de los alumnos de The Wall.

Las funciones en cines ya terminaron, pero todavía pueden verla, gratis y al aire libre, en el hermoso anfiteatro de Parque Centenario.

Sábado 20 a las 19.30, Av. Ángel Gallardo y Leopoldo Marechal

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