Esta es la típica película de festival. Películas que se pueden defender más por lo que no son que por lo que realmente proponen. Films placidos, sin mayores sobresaltos ni trazos gruesos. Una familia numerosa pasa sus días de vacaciones en alguna zona de la costa francesa, mientras se descubre que la adolescente protagonista intercambia cartas con un presidiario. Pero poco importa su trama, la idea de este cine pasa por otro lado. Situaciones, momentos, pequeñas observaciones.
No es de esos títulos que causan sensación por el nombre de su director (autor) o por sus temas truculentos o formas originales. Es de esas películas que con sus aires menores terminan por no molestar a nadie. El problema es que este tipo de recursos ya se transformó también en un cine hecho para festivales.
Todo aquí es menor y se evita el subrayado como a la peste. Hay una trama pero es muy leve, hay actuaciones pero siempre contenidas, hay paisajes hermosos pero siempre mostrados de pasada, como si no importaran. Hasta el lugar (un pequeño pueblo playero) y el momento (las vacaciones), suenan repetidos. Lo dicho, el tipo de obras menores que no parecen decir mucho sobre nada. Excepto que a veces, tratar de escapar de formulas remanidas del cine mainstream, solo llevan a caer en otras formulas y transformar todo en un círculo del cual, parece, no hay salida. Un cine que de tanto alejarse de las truculencias habituales del cine actual, termina creando sus propios lugares comunes y transformándose en el cinema de qualité del mundillo festivalero.