Es tal el estado de gracia de Weeresethakul hoy en día, que incluso sus ensayos o apuntes son superiores a las obras terminadas de sus colegas. Mekong Hotel funciona de la misma forma en que lo hacía el corto documental A Letter to Uncle Boonmee, previo al largometraje El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives). Aunque al final las dos obras terminen trabajando de manera autónoma. En Mekong Hotel hay una pareja de actores dialogando entre ellos, quizás en el descanso de un rodaje o ensayando el texto de esa misma película, grandes planos de paisajes en donde sus figuras se recortan, a lo lejos en la inmensidad, una madre y una hija hablando entre ellas y un músico que ensaya y olvida una canción, interpretada en su guitarra acústica, frente a la mirada atenta del mismísimo Joe y -aquí viene la sorpresa- personas que aparecen comiendo carne humana debido a un cambio sufrido en sus metabolismos. Si señores, la próxima película de Apichtapong, podría ser una de terror. Crucemos los dedos.
(Una versión levemente diferente de este texto fue publicada previamente en Encerrados Afuera).
Marcelo Alderete