¡Qué bueno que una peli te avise en el título la cantidad de tiempo recomendado de visión de sí misma!
Porque si después de los primeros 15´ seguís sentado en la sala te queda mucha tortura más por delante.
Con las referencias que estuvieron tirando por ahí (Mtv, videojuegos) como punto de partida para una «estética», la peli parece guiarse por los preconceptos de alguien que no vio mucho Mtv ni jugó mucho a los fichines. O si lo hizo se quedó en 1.992.
Retrato de lo cruda que es la vida para los adolescentes en Singapur, donde parece estar de moda tirarse de edificios en plan suicida, la peli intenta mostrar con ironía (que termina resultando patetismo involuntario) los problemas de la juventud moderna, agrupada en pandillas, en constante batalla entre sí.
Todo esto sería interesante si desde la realización se intentara hacer algo original o algo más clásico. En vez de eso, nos topamos con una torpe estilización y un abuso de las situaciones de videoclip (que no son más que cuadros fijos de dos o tres de los tarados protagonistas mirando a cámara y cantando canciones de profundo contenido social, del tipo «Somos los Dragones, vamos a ganar!!!»). Personajes insufribles, una realización arrogante, la búsqueda del golpe bajo (muestran la colocación de un piercing, un pibe cortándose con una trincheta, etc), pueblan este poco novedoso film, más cercano a uno -de los peores- separadores de Mtv, que a un videoclip.
La ausencia de figuras de autoridad, la exclusión de cualquier personaje femenino y la latente homosexualidad de los cocoritos protagonistas, no ayudan ni a cerrar una crítica social ni a reflexionar sobre estas situaciones, más bien lo llevan a uno a reflexionar sobre la elección de las siguientes pelis por ver y el cuidado que hay que tener cuando uno elige.
Lo peor de todo es una escena que debe durar dos minutos (pero que parece de diez), en la que uno de los paspados personajes se traga un forro lleno de pastillas de éxtasis, entre arcada y arcada, con los mocos colgando y las lágrimas rodando por sus mejillas. Patético, poco intesante y para nada atractivo. Como la peli, en resumen.