Los japoneses, al igual que los alemanes, tienen palabras que definen situaciones, acciones y hasta sentimientos complicados o muy particulares. Una de ellas es «Tsundoku» que, según Wikipedia, define «el hábito muy arraigado en ciertas personas, relacionado con la bibliomanía, de la adquisición de todo tipo de materiales de lectura, pero dejando que se amontonen en la vivienda sin leerlos.» Debo reconocer que la primera vez que leí esa definición me reí mucho, pero también sentí que no era el único y que los compradores compulsivos de libros, para luego apilarlos, somos una hermandad. También debo confesar que si me dan a elegir entre comprar libros o leerlos (en caso de vida o muerte), elegiría, sin dudarlo pero con culpa, comprar libros. Algo que los lectores de estas futuras columnas descubrirán con el paso del tiempo.
Esta introducción no es más que una excusa para presentar esta nueva sección que, junto a los responsables de Encerrados Afuera, hemos dado en llamar, con justicia y redundancia: Una pila de libros y en ellas nos dedicaremos a breves reseñas. La idea surgió luego de que mi señora esposa me regalara una biblioteca y me obligara a ordenar las pilas de libros que amenazaban con apoderarse de nuestro hogar. La tarea parecía simple al principio, pero luego resultó titánica. Tanto que, al día de hoy, meses después de adquiridos los muebles continúo ordenando. Al empezar a ordenar descubrí el placer de volver a encontrarme con libros que ya no recordaba haber leído o, en algunos casos, ni siquiera haber comprado. Cuando ocurrió esto, comencé a escribir unas pequeñas reseñas que acompañaba con una foto del libro en cuestión y publicaba en Instagram. Obviamente, esa red social no es la más indicada, y no solo porque tiene un límite de caracteres, sino porque se supone que la gente que la utiliza no quiere leer. Vaya uno a saber. Pero como esos pequeños textos (los primeros que publicaremos aquí son versiones de aquellos) tuvieron buena recepción, aquí estamos. No pertenezco al mundo de la literatura más que como un simple lector. Así que no esperen textos o análisis brillantes ni iluminaciones de ningún tipo. Esto es más bien el diario personal de alguien que toma notas mientras ordena su biblioteca. Y también un forma de dialogar (o decirle ciertas cosas) a gente con la ya no puedo hablar. Pero esto es algo que quizás solo me importe a mí. Como dice el epígrafe del libro Bibliotecas llenas de fantasmas de Jacques Bonnet, libro que no leí: «Después del placer de poseer libros, poca cosa más dulce que hablar de ellos«. La frase pertenece a un tal Charles Nodier. Y ya que estamos, me despido de esta introducción con otra frase que aparece en la entrada de Wikipedia con la que comenzamos este texto: «Incluso cuando la lectura es imposible, la presencia de libros adquiridos produce tal éxtasis que anima a la compra de más libros, lo que representa un afán del alma de infinito… apreciamos los libros incluso si no son leídos, su mera presencia emana confort, su fácil acceso, la tranquilidad«. Esto lo dice Edward Newton, vaya uno a saber quién es, y, nuevamente, habla más de la acumulación que de la lectura. Para ustedes entonces, mis queridos compradores de libros, van dedicadas estas columnas que comienzan hoy y vaya uno a saber cuando finalizarán. Quizás cuando termine de ordenar mi biblioteca.
Marcelo Alderete
Link relacionado: Una pila de libros I: Bukowsky, viejo y solitario