La naturaleza es una fuerza más poderosa que la del héroe. Y el proceso de la creación del héroe va en contra de la naturaleza. En la literatura clásica son los dioses detrás del héroe quienes garantizan su subsistencia hasta el final. En el cine y la TV los dioses son los guionistas. Hasta ahora el cine y la TV encontraban este límite para su realismo extremo. El realismo acababa con el proceso de la creación del héroe (y la expectativa de público). En la ficción, por definición, la naturaleza era impotente frente a la voluntad del héroe (y el guionista). Dicho en términos caseros, o de cuando éramos chicos y Batman quedaba colgado por una semana, de un capítulo a otro, de una soga sobre una pileta repleta de cocodrilos ¨quedate tranquilo, el protagonista no se puede morir¨. Hasta ¨Game Of Thrones¨. Con un antecedente directo en Lost; lo que de alguna manera las emparenta de una manera impensada (y lo que también explica de manera paradójica el éxito de ambas). Aquí la naturaleza es la del Leviatán, la de Hombre Lobo del Hombre y contra ella no hay tu tía, viejo. Hasta ahora, salvo con los niños, todo proceso de creación del héroe ha sido frustrado. La gran venganza prometida no llega y si algún malvado es eliminado sucede de manera no tan satisfactoria; el tirano muere como un perro envenenado pero no por fuerza de la espada. La maquinaria brutal está en marcha y es ciega. Frente a esta, los guionistas son ahora los impotentes. Salvo traición a la máquina que ellos mismos han puesto en marcha. Esto es más o menos lo que le dije a Pablo para justificar que, viejo, ¨tarde o temprano, el enano debe morir¨. O dicho de otro modo, que al final, como en Lost, todos terminaremos decepcionados.