Confesión de partes: yo era parte de ellos. Tras tantos días de cine de 10 a 2, se hace difícil seguir una película tan morosa a las once de la mañana. Lo cual no habla mal de la película, sino de una servidora. Para quien haya visto el largo anterior de Alonso, La libertad, un mensaje que circulaba en los pasillos del Abasto: esta tiene más ritmo, es más fluida. En fin. Profundamente poética, imágenes y sonido de lo más interesantes (un pasaje a la selva), y tres o cuatro, no más pero fundamentales, escenas fuertísimas. Y sin ruido: simplemente aparecen. Como en la vida: sin música de suspenso que avise. En fin. Ojalá hubiera podido apreciarla mejor. Vayan con café.