Con una apariencia de documental ultra prolijo de National Geographic combinado con chicos punks urbanos de Indonesia y aborígenes que resisten el avance de un mundo moderno que viene arrasando con todo a su paso, A Punk Daydream fue una extraña maravilla incluída en la sección musical del Bafici 2019. Los que esperaban un retrato de la escena punk de ese país se encontraron con una obra desafiante en la que esta cultura es solo una parte de la obra.
Su director, Jimmy Hendrickx, estuvo en Buenos Aires para presentarla y en pleno festival tuvimos la oportunidad de encontarnos con el y charlar sobre el film.
– ¿Cómo le describirías la película a alguien que no la vio?
Traté de abordar los problemas sociales de Indonesia a través de los ojos de un chico punk. Junté otra historia y la idea principal es la de mostrar a alguien que está fuera de lugar.
– ¿De dónde viene la idea de A Punk Daydream?
Tuve una infancia muy feliz en Bélgica, y de viaje por Indonesia me encontré con este chico de la calle y me trajo un montón de reflexiones alrededor de temas sociales. Así vino la idea de la película. Entiendo que es un film bastante complejo, ya que a partir de la relación con este chico toca temas políticos, religiosos, sociales y de ecología.
– ¿Cuánto duró el proceso desde que surgió la idea hasta que la película estuvo terminada?
Fue un proceso que tomó cinco años, no es tanto para el cine y menos para un documental. Me hubiera gustado poder terminarla en tres. El proyecto al principio era un corto, pero eran tantos los temas que se empezaron a abrir y que empezamos a tocar que tuvimos que hacer un largo porque era muy frustrante no poder abarcar todo en un corto. Tuvimos que buscar más presupuesto. Cuando terminamos de filmar habían pasado cuatro años y editar nos llevó un año más. El proceso empezó en 2013 y terminó ahora, así que de hecho son casi 6 años.
– ¿Cómo elegiste a los chicos que aparecen?
Quería hacer un proyecto en Indonesia. Estaba fascinado por el país, primero por su disparidad social y luego por la polución extrema. En Jakarta los ríos están tan contaminados con plástico que es casi surreal. Estaba en un colectivo y vi a un chico tocando el ukelele. Traduje lo que cantaba y era una canción política. Encontré el contenido que estaba buscando en este chico y su actuación. Le pedí su número de teléfono y unos meses después empezamos con el proyecto. Me dí cuenta que este personaje y sus amigos condensa todas las cosas que yo venía pensando y tratando de abordar en una película.
– ¿Dónde vivís?
Viví por este proyecto en Indonesia, tenía otros proyectos ahí además. Paso mucho tiempo entre Indonesia y Bélgica y en este momento siento que no tengo un hogar. Ahora estoy en Argentina, en un festival y me gustaría hacer algo acá. Mientras no esté en casa y sienta que no tengo un hogar es señal de que va todo bien porque estoy trabajando en algo.
– ¿Tenías un guión al empezar a filmar o fuiste improvisando?
Me parece muy complejo tratar de entender mi propio proceso porque lo estoy negando y reafirmando todo el tiempo. Trabajo mucho con la improvisación. Hubieron momentos y situaciones que recreamos. Edo, uno de los protagonistas, no puede volver a ver a sus padres, así que lo tuvimos que actuar. Conocí a su padre, pero no lo podía filmar porque es un militar. Así que reconstruímos esta escena en un teatro. Pero lo principal es que no tuve ningún límite. Una de las cosas que me interesaban para este proyecto era retratar la ciudad a partir de los escenarios, mostrar distintos lugares de Indonesia, como la selva, los rascacielos, los volcanes, la ciudad punk, el teatro, me interesaba superponer todos esos escenarios.
Para mí son cada vez más difusos los límites entre dirigir, escribir el guión, en un momento hubo un guión, pero lo terminé descartando. Algo que me parece muy característico de mi proceso de filmación es el tiempo que llegué a pasar con los personajes principales. Me tomé mucho tiempo para vivir con los chicos, con la comunidad punk, con las tribus. Me parece necesario hacer esto para entenderlos y llegar a conocer bien el ambiente.
– ¿Tenías algún otro documental en mente al filmar? ¿El trabajo de algún director en particular?
Si, Koyaanisqatsi(risas), me impresionó cuando la vi. También Bill Viola, un videoartista que realmente me inspira. Vi los films de Tarkovski muchas veces. Tal vez haya algunos rastros de el en mi fotografía, espero. Los westerns también me inspiran mucho, al posicionar mis personajes en el paisaje por ejemplo. Experimenté con los westerns hace mucho, quizás haya huellas de ello.
– ¿Cómo imaginás el futuro de los chicos que aparecen en el film?
Tengo contacto con ellos a diario. Edo tiene un canal de You Tube, Kempot hace remeras, muy DIY. El canal es muy activo, Edo postea casi todos los días y está haciendo dinero con eso, ahora se compró una cámara nueva. Espero que encuentre su camino en la cultura popular de Indonesia. Que los tomen de algún canal de TV. Que tengan su sello musical, algo así. Nunca lo esperé, pero la película provocó algo en ellos, pasaron mucho tiempo en la filmación, los estimuló mucho de una manera creativa. Por otro lado, ellos solían vivir en las calles, sus vidas iban a empeorar. No eran infelices, pero era duro, buscando que les vaya bien, y tener amor y amistades. No podían volver a casa, pero en la cultura punk tenían una casa. De alguna manera no era tan dramático. Si no encuentran una manera de hacer mucho más dinero, mientras tanto está todo bien, ahora tienen una casa.
El futuro político social de Indonesia es algo que se ve más complicado. Hay posibilidades de que la mano derecha del dictador Suharto vuelva al poder en las próximas elecciones, así que no sabemos que puede llegar a pasar.
Sitio oficial: https://www.apunkdaydream.com/
Canal de You Tube de Edo, Kempot y Polenk: https://www.youtube.com/channel/UC0dSbgWDpGVNYapejNIFpkw