Policías en acción es un reality que nos ha dado grandes momentos, al menos cuando las cosas no se ponen demasiado morbosas y sangrientas. Siempre hay alguna escena que nos saca una sonrisa, como es la de “Altos pantalones” o aquella en la que el hombre se justificaba por pegarle a su mujer diciendo “Le das casa, les das de comer, ¿qué quieren? ¿Amor también?”, aunque este último es otro tipo de risa, claro.
En el caso de la película escrita y dirigida por César Bigus, la risa aparece, pero mucho menos de lo que quisiéramos. Un productor (el mejor personaje de todo el largo) quiere hacer un reality con dos policías, se citan en un lugar y ahí mismo comienza el show. En el medio de las negociaciones aparece un pibe lleno de sangre, van a investigar, encuentran que hay una flaca que está viva, le da el nombre de otro posible sobreviviente que, en realidad, es un científico loco que inventó el viagra y ahora quiere llenarse de plata (cómo odio que las películas argentinas digan “rico” en lugar de “millonario”) a costa de generar una plaga de violadores. En realidad no es taaaaan así, sino que inventó algo que hace que los hombres se quieran empomar a todo lo que camina, para morirse al rato de un infarto. ¿Y la plata? Bueno, este pibe tiene algo de Jonas Salk y también el antídoto al “amandrilamiento”, que planea venderlo a grandes sumas.
La cámara está en mano contínuamente, para enfatizar la sensación de reality show, en algunos momentos se hace una pausa porque hablan los protagonistas, a modo de documental y las escenas que no aportan absolutamente nada a la trama aparecen cada dos por tres. Si bien la idea no me pareció nada del todo brillante, sí parecería tener mucho potencial para armar un radio edit y sacarle, al menos, unos treinta minutos de metraje. Y, ya que están, que le saquen muchos de los forzadísimos chistes.

Ludmila Iara K.


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