Si hubiera llevado la cámara acá estaría el clip de cierre, con «Stuck Inside of Mobile with the Memphis Blues Again» de fondo, pero la versión de Cat Power, que fue la que me acompañó en los micros de ida y de vuelta y mientras caminaba por las calles marplatenses soportando lo que las guías turísticas suelen llamar «cambiante clima».
Angeles exterminadores, farsantes, cinófilos de trayectoria, desayunos largos, el catálogo y el cuaderno negro, una campera y arriba otra, llovizna, sol, viento, frío en la cara. En mi clip de cierre, los primeros segundos las imágenes duran pocos cuadros (todo por corte, ningún fundido).
No me acuerdo cuantas películas ví, pero fueron menos de las necesarias. En cambio miré mucho a la ciudad, desde hace rato que voy a mardel todos los años, ya empiezo a registrar cambios en el paisaje urbano y conozco los nombres de unas cuantas calles.
Kowalski fue el ganador del festival. Ok, era un invitado y no competía por nada, pero fué la gran estrella, siempre estuvo rodeado de gente, hasta escuché a un par de chicas decir que «está muy bien». Todos se llevaron un cachito de él, una foto, una frase o una anécdota. Yo tengo unas fotos en un encuentro con la prensa y algo de lo que dijo lo escribí con birome negra apurado:
«Hay lugares en el mundo en los que el punk y el hip hop no están ligados con lo comercial». «Podés ver mis películas como registro de los lugares en los que estuve».
«Me gusta experimentar y me gusta divertirme».
Después contó que el día anterior se había enterado que nuestra droga nacional es el paco, dijo que le dieron ganas de filmar algo al respecto.
Dentro de los cines, «D.O.A.» fué lo mejor, porque tuvo una banda de sonido insuperable y porque contaba la historia más triste del festival, la del final de los Sex Pistols ahogados en sus propios vómitos, «The Last Punk Movie» debería llamarse aunque haya sido una de las primeras. «Suicide» de Shelly Silver, a pesar de las ideas loopeadas me dejó material para alguna pesadilla de las que suelo tener despierto, quiero ver más de ella, y esa es una de las primeras tareas para el hogar, igual que los cortos de Crepusculum y Kiwi.
Un párrafo para la fiesta de cierre en el boliche ubicado donde antes estaba el Museo Vilas. Tuvimos la mala suerte de caer cuando había una noche retro, justo cuando entramos una banda de covers tocaba Sledgehammer, «si tocan Black Dog de Zeppelin me tomo un trago» pensé y un segundo después tocaron «Rock and Roll» que creo que estaba en el mismo disco. Con un Gin Tonic en la mano (la situación me exigía un trago retro) encaramos rumbo a «la pista de abajo», donde hace un par de años ví a Los Natas en vivo con Microcosmos de fondo. Ahí la cosa se estaba poniendo fulera, pasaban Billie Jean de maikol y en la pantalla gigante estaba He Man…
Y otro párrafo para la base de operaciones de encerradosafuera, una parrillita medio escondida en la calle Corrientes dónde comimos más que bien junto a nuestros amigos que juegan de locales.
Y el final es cómo el comienzo. Tac tac tac. Nubes, lluvia intermitente, afiches caídos, las sillas sobre la mesa, los ojos que se cierran y no quieren más pantallas por un rato, números y mails nuevos en la agenda, una búsqueda apresurada del regalito perfecto, una butaca al lado de la ventanilla para disfrutar del comienzo de la caída de la noche y un playlist con 100 temas para aliviar el regreso.
J. Pérez
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