Vida de Cannes IX: Qué azul era mi valle…

Inesperadamente y a pedido de nadie, retomamos las crónicas caninnas.

Antes de que empiece el festival de Cannes, escribí con bastante poco entusiasmo sobre la nueva película de Abdellatif Kechiche, llamada en francés La vie d’Adèle, chapitre 1 y 2 (Blue is the warmest color, en inglés). Obviamente no había visto la película, pero mis sospechas estaban fundadas en su filmografía anterior. Una vez que la película fue proyectada para la prensa (la primera función es siempre para ellos), la mayoría de los críticos salieron festejando el film como una verdadera obra maestra. El mismo día, cuando la vieron el resto de los mortales, la opinión fue la misma. Se trataba de la mejor película en la competencia oficial y ya mismo deberían entregarle la palma de oro. Debido a mis tareas festivaleras, que suelen ir en contra de las premieres y funciones de gala, vi la película en cuestión varios días después que todo el mundo –literalmente- la declarara la obra maestra del festival.

Por motivos que desconozco (ya que no soy crítico, sino programador y a duras penas), el crítico y periodista Diego Lerer siempre me invita a participar de la encuesta que desde hace unos años suele realizarse durante el festival caninno. Allí se va puntuando a las películas a medida que se presentan. El problema de esa lista es que incluye a demasiada gente y a esto se debe mi participación, claro. Dicha lista, para tener sentido, debería ser más rigurosa en cuanto a nombres. Algo que obviamente llevaría a mi exclusión, pero sería un acto de justicia por el bien de la lista y su utilidad.

Después de ver La vie d’ Adele, dude sobre la puntuación que debía darle a la película. No me parecía una obra maestra ni una mala película, pero tampoco me despertaba ningún entusiasmo en particular. Lo poco que me interesaba la historia, se veía compensado por la belleza de sus protagonistas. Mi puntuación entonces fue un 6. Apenas pasaron unas pocas horas para que varios conocidos me reclamaran esa puntuación que yo, recordando épocas de estudiante, suponía un aprobado más que digno. Pero por las reacciones ocasionadas, parece que un 6 era un número inapropiado, como también lo era mi actitud. De seguir así, dijo alguien, iba en camino de convertirme en “el snob del día después”. Lo de snob, lo acepto como un elogio, ahora lo del día después, me dolió profundamente. Sobre todo porque como snob, no hay nada más imperdonable que llegar tarde.

La vie d’ Adele cuenta la historia de amor entre dos señoritas (jóvenes y hermosas). Está basada en un comic o historieta, como se decía en mi época y de ahí sale su título internacional en inglés. La película mezcla un poco de Maurice Pialat (ver A nos amours), una puesta en escena que remite directamente a los hnos. Dardenne, y tiene dos particularidades pensadas para llamar la atención: primero su duración de casi 180 minutos y segundo unas escenas de sexo entre sus protagonistas, de una intensidad (y extensión) que no suelen verse en el cine mainstream.

Entonces, lo dicho; la película está bien, pero desde cierto cálculo. La historia no es original, pero hay sexo, sus jóvenes protagonistas son encantadoras (el truco más viejo de todos), su puesta en escena es moderna (con una cámara que está ahí, siempre atenta y remarcando los más mínimos detalles de lo que ocurre), y el director se toma el tiempo para capturar el transcurrir de la vida de sus heroínas y la hace con brío y vitalidad. No es poco para lo que fue la programación de Cannes de este 2013. Y sin embargo…
El final de la historia termina con Kechiche y sus chicas, Adèle Exarchopoulos (sí, la vida de Adèle) y Lea Seydoux, llevándose la codiciada (y anunciada) Palm d’or. 
Una vez ocurrido esto, alguien comparó el triunfo de Kechiche con el de Apichatpong Weeresathakul en el 2010 con Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives. Recuerdo la sorpresa que causó el triunfo del tailandés, pero no que alguien la haya dado como ganadora previamente. Pero esto no es lo único que separa a estas obras y sus directores. Es fácil rastrear de donde proviene (y hacia dónde va) el cine y el imaginario de Kechiche, algo que es imposible con Weerasethakul.  Basta ver el trazo grueso (gruesísimo) en la escena en la que las futuras amantes se cruzan por primera vez. En un caso se trata de un verdadero creador y en otro, de un hábil (no sé si noble, esto lo veremos más adelante) artesano. Cannes puede ubicar a ambos nombres en una misma categoría y hacernos pensar que se trata de lo mismo. He aquí su poder.

A partir de aquí, vienen una serie de datos (arbitrarios, ridículos y paranoicos, claro, para eso estamos en un blog) que aumentan mi desconfianza en La vie d’ Adèle, su director y todas esas cosas que ocurrieron en el festival de Cannes hace ya más de mil años…

– Abdellatif Kechiche empezó su carrera como actor (empiezan las sospechas), para más tarde dedicarse a la dirección. Su primera película fue La faute à Voltaire (2000), dura 130 minutos y trata sobre inmigrantes africanos en Francia. Más tarde siguió L’esquive (2003) y sus 117 minutos, que se vio en el BAFICI y hasta recibió un premio. Quizás se trate de su mejor película y, como suele ocurrir, la que muestra los alcances y límites de su realizador. Su consagración llegó con La graine et le mulet (2007), duración 151, ganadora del premio Cesar (equivalente francés a nuestro Cóndor de Plata, je) a su guión, actriz promisoria –o algo así-, dirección y película. Vénus noire es del 2010 y dura 162, fue un paso fallido, al menos en relación a premios o, quizás, simplemente Kechiche estaba tomando impulso para su consagración mundial con La vie d’ Adèle. La duración de esta última es de 179 minutos (o 177, varía según las fuentes). Obviamente, a AK le gustan las películas largas.

– Un chequeo rápido en IMDB nos muestra que con sólo 5 largometrajes, Kechiche cosechó 36 premios en diferentes festivales y esas cosas. Es probable que se trate de un récord. Si el cine fuera un deporte, Kechiche sería un atleta de élite y millonario. 

– Pensando en las comentadas, y bastante espectaculares escenas de sexo (hay algo de viejo voyeur obsesionado con la belleza de sus actrices, en la forma en la que están rodadas estas escenas), no seré yo quien se queje de esto ni tire la primera piedra, le dejo la palabra al (cuando me conviene) amigo François Truffaut:

Esta es la ley del cine normal y el cine tramposo. El cine normal, el de Louis Lumiere, necesita un mínimo de elementos para emocionar. El cine tramposo, para paliar la falta de talento, echa mano de peleas violentas y falseadas, de escenas eróticas y de diálogos teatrales.

– En cuanto al realismo de las escenas eróticas y el nivel de exposición al que se entregan las actrices en la película, no me sorprende. Creo que los actores son una raza dispuesta a todo y que no falta mucho para que uno de ellos se mutile en cámara o algo peor. Obviamente, dichas escenas son lo mejor de la película. Actores…

– Léa Seydoux fue tapa de la edición francesa de Les inrockuptibles, del número que salió antes de que comenzara el festival. El terreno se estaba preparando para la película y para terminar de transformar a Lea en la nueva actriz francesa de moda. Joven, bella y con aires de chica moderna, Léa no se privó de llorar en la conferencia de prensa de la película. Lo dicho, actores…

– Durante los días del festival se entregan gratuitamente varias revistas, desde las Variety a Hollywood Reporter, hasta otras más ignotas. Entre ellas, mi favorita se llama Gala, que se encarga de informar sobre la farándula asistente a Cannes. Está llena de fotos de ricos y famosos y básicamente es la revista Hola en versión caninna. A pesar de tanta frivolidad, ellos también tienen su encuesta de críticos (nombres bastante ignotos) y en esa encuesta también todos declararon a La vie d’Adèle como la ganadora indiscutible.  

– A la hora de los agradecimientos, Kechiche nombró a Claude Berri (un productor y director de qualité fallecido en el 2009 y un prócer para algunos en la historia del cine francés, la más oficial, claro) y a Wild Bunch (agentes de venta internacionales que también participan en la producción de algunas películas). Como a la mayoría de los agentes de venta, primero les interesa el dinero y después las películas. Aunque también hay que decir que en su catálogo se encuentra Film Socialism (2010). Con eso, los muy malditos, ya se ganaron el cielo.

– Un dato que, creo, todos pasaron por alto, en La vie d’ Adèle actúa Alma Jodorowsky, nieta de Alejandro Jodorowsky. Desconozco el significado de esto y también el de la presencia multitudinaria, en cuerpo y espíritu, de la familia Jodorowsky en esta pasada edición del festival de Cannes. 
Y con este misterio, me despido de esta nueva y atrasada crónica caninna. Espero volver pronto con menos arbitrariedades y más alegría.
Nos vemos.
Marcelo Alderete

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4 Lectores Comentaron

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  1. Encerrados Afuera on 12 julio, 2013
    bla
  2. Celiche on 11 julio, 2013
    ¡Qué chiche!!! todas las ganas de verla ahora!!! no saben donde puedo verla on line? Gracias, muchas!
  3. Aldemarce on 25 junio, 2013
    En el Festival de Cannes. De nada.
  4. Anonymous on 25 junio, 2013
    Donde viste la pelicula? Gracias

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