Under the Sun

Bioy decía que no hay viajero que no se sienta desdichado 30 segundos al día. La enfermedad de las golondrinas dijo Lucas, un personaje que conocí una vez en Ushuaia. Supongo que para muchos esos 30 segundos son tan intensos que ya no salen de casa otra vez. Puede ser. Borges usa de epígrafe en alguno de sus libros un anónimo anglosajón del siglo XI (pongamos) que dice que hasta el más valiente de los guerreros siente incertidumbre antes de salir de viaje. Cuando me fui a Canadá miss malhumor me regaló un libro de Hector Tizón que (inadvertidamente) tenía un epígrafe de la Odisea: Desdichados aquellos que mueren lejos de su lecho. Bueno, una mezcla de todo eso antes de salir, pero después se me pasa. En Lima en la hermosa librería del Virrey un libro me estaba esperando: Under the Sun, La correspondencia de Bruce Chatwin. Tan era para mí que el librero me preguntó (en un gesto que no le conozco a ningún librero del universo ya que pretenden haberlo leído todo siempre): ¿Y ese quien es? Un inglés que viajaba. Y escribía en sus libretas Moleskine y así, de puño y letra inventó el Blog de Viajes como lo conocemos. Diría inventó el Blog a secas. Antes de pedir el libro camine dos cuadras pensando qué hacía. El libro pesaba no menos de un kilo y cuando andas en bicicleta los libros se miden en kilos. Pero cómo podía dejarlo ahí; me había pasado muchas horas tratando e encontrarlo (bajarlo sin pagar digamos). Algo iba a hacer así que volví y me lo compré y lo leí en tres días como para dejarlo en casa de un amigo y no tener que ir con Chatwin a cuestas. Chatwin estuvo en Bs As entre otros muchos lugares y en sus días en la ciudad en la década del 70 se alojó en el hotel Lacanster que es, era, mi hotel en Bs As. What are the odds! Cómo es que llegué a alojarme varios días al año en ese hotel en la ciudad donde vivo es otra historia. Digamos que era el sueño de vivir de incógnito. Ayer iba subiendo nuevamente cuando paró una moto conducida (supe después) por Benedicto, un suizo alemán muy simpático que ofreció tirarme con su moto. No acepté pero en nuestro breve intercambio me contó que pensaba alquilar una mula para dar la vuelta a la cordillera Huayhuasch y así combinamos para encontrarnos en diez días en un pueblo alejado que hasta ayer desconocía el nombre. De esa cordillera escuché que es la más impresionante de Perú así como la más inhóspita. Me pregunté por días cómo iba hacer para recorrerla y aquí aparecía la respuesta inesperada; Benedicto y su mula. Subí y subí hasta que llegué a la cornisa. A lo lejos los nevados y una sensación de que el camino surfea. En otras de sus cartas Chatwin arregla con su esposa un viaje en casa rodante de Lima a Cusco y en otras le manda un mensaje que me encantaría mandar (quizás ya lo hice): Estoy regresando a vos (aunque es una vida un poco indirecta) Ciudad del Cabo, Kalahari, Sydney, casa.

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