Cuando mi primer neurona del día se desperezó, eran las diez y media de la mañana, estaba en la cola para ver a Tom Waits y tenía una resaca 9.1 en la escala Richards. La boca pastosa, los ojos en macro (¿que fué del gran angular de anoche?) y un clasificados en la mano. Parecía una cola para buscar laburo, pero compuesta de gente que tal vez nunca haya hecho una cola con ese fin. «Hay un sorete debajo del auto, ese es el olor» dijo una chica, hacía diez minutos que un olor a fruta podrida y agua estancada se morfaba nuestro olfato. Estabamos a una cuadra y media del tipo que daba las entradas, solo una por persona, cagaste si tenés otra cosa que hacer justo a esa hora. Avanzabamos de a uno o dos pasos y siempre parecía que adelante nuestro la fila se había ensanchado. Fué un logro cuando doblamos la esquina y solo quedaban 60 metros de cola por Corrientes. la primer neurona había sacudido a las vecinas y ya podía hacer cuentas: entran 700 personas, ponele que hay 60 metros de hileras de a 3 y que ya hayan entregado ese mismo número de entradas, más lo que se guardan para amigos, proveedores y alcahuetes, vamos a llegar justo para las últimas. La resaca me decía que la barrera se iba a bajar justo cuando me esté por tocar a mí. Después me decía que me quedara, que faltaba mucho para «Better Off in Bed» la primera proyección del día, dos horas después.
A 10 metros de la meta, alguien dice «se acabaron las entradas«, ¿cómo?, ¿qué?, desconcierto, desolación, cómo cada vez que nos quedamos afuera de un mundial, lo mismo que sentí cuaando Bonnie «Prince» Billy le dice al amigo «Es el fin de una era» y medio segundo después (12 frames después) empieza una de Yo la tengo y el auto vá saliendo de la ciudad rumbo al bosque en Old Joy.
La cola se desarma, se adelantan unos pibes que estaban atrás, algunos se agarran la cabeza, las chicas patalean, yo pienso en un café con leche con medialunas. Una chica en algún lado, ahí adelante grita «quedan 40», alguien corrige «20 nomás». Se rearma la fila con algunos colados. Sí, una de suspenso, una definición por penales. Ahora la seguridad deja pasar de a dos y si no estoy contando mal, tengo 18 adelante, vamos, metanlé, acabemos con esta tortura que necesito una aspirina, un futón y un control remoto. Y ese café con leche también.
Cuando estoy a tres de la línea de llegada, dicen pasan dos. Y el de seguridad pone su brazo adelante de mi pecho. Hay un botón más a tres metros del otro lado de la valla que es el que va diciendo cuantos pueden pasar. Lo miro fijo, dale loco, no vas a terminar esta farsa justo acá. Dale loco, si querés te miento y te digo que contás con mi voto. Dale loco, ¡que vos no tenés «Rain Dogs» en vinilo! El chabón comienza a girar la cabeza y a abrir la boca lentamente. Suspenso hollywoodense. Por eso el final es feliz. ¡Pasen tres! grita y esos tres estamos a punto de abrazarnos, hacer la ola, colgarnos del alambrado.

J. Perez

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1 Lectores Comentaron

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  1. Damian on 8 abril, 2007
    ¿Al final que paso con Waits? ¿Hablo, toco, que hizo?

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