¿Es un genio musical?, ¿un artista incomprendido?, ¿un megalómano provocador?. Si, Chilly Gonzales (o Jason Beck) es todo eso y no se sabe cuántas personas más. “Shut Up and Play The Piano” es una de esas obras movilizadoras que no aparecen muy seguido. Es tanta la energía y el entusiasmo que desbordan de la pantalla que uno quiere hacer algo con eso. Primero recomendarselo a los seres queridos, a los que disfrutan todavía de descubrir músicos incomparables. Uno que va del hip hop al jazz y del electroclash a temas instrumentales de piano. El propio Gonzales junto a gente que se cruzó en su camino artístico, como Peaches, Leslie Feist y Jarvis Cocker arman el rompecabezas de un personaje increíble. Un punk que aporrea el piano junto a la orquesta de Viena mientras rapea con humor afilado o bromea con un Daft Punk que se sube a su escenario o se postula como el presidente del under de Berlín o dice frases como «A veces me preocupa que mis fans sólo me amen. Creo que es importante que también me odien». Son tantas las ideas que pasan en los intensos 82 minutos que dura que un revisionado se hace obligatorio.

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