El santuario del último piso

Hoy volví a pensar fugazmente en aquel caballo muerto. Pasó aquella imagen por un instante y luego volví a mirar afuera. La terraza es un verdadero kilombo. Nunca viví en un espacio tan desordenado y esto es un verdadero logro en mi vida. Ahora lo que soy está afuera. Objetos abandonados por una civilización antigua. Una botella de whisky que me regalo Andy y que dejó de ser un whisky para transformarse simplemente en una botella que utilizo para llenar con agua fresca. Un aerosol sin etiqueta que un conocido de Karin nos dio aquella vez para cuando nos fuéramos a la selva. Cables de todo tipo. Valijas apiladas, ropa sobre las sillas y zapatillas por todas partes. Ha sido un día fresco y el atardecer es ideal para todo; tanto para la felicidad como para la melancolía. El Barcelona FC es algo así como la vida a la que queremos mantener a raya. Se lo puede hacer por un rato hasta que la vida se filtra. Estoy atontado por la falta de sueño y la imposibilidad de volverme a dormir. Un estado imposible entre dos mundos; ni despierto ni dormido; lo peor y el abombamiento de cada reino. Tengo que transcurrir el día de este modo. Vivimos queriendo mantener el caos a raya y para ello nos inventamos el dique de la personalidad. Me dijo Martín el otro día: ¿y qué si los otros tienen razón y vivimos completamente equivocados? Cuando salimos para la escuela en esa esquina de varias calles conocida como el triángulo yacía un caballo tirado junto a su carro, ni muerto ni vivo. Pasó el colectivo y yo vi el espectáculo aunque hubiera preferido no hacerlo. ¿Cuántos años tendría? ¿Ocho, nueve? Podría hacer un esfuerzo y llegar a la edad exacta. Pasé la mañana lleno de inquietud pensando que deberíamos con mi hermana desandar el camino a nuestra casa y volver a ver el espectáculo de aquel caballo condenado. Mi padre, por otra parte amaba los caballos. Hoy pensé que odiamos a nuestros padres porque son la imagen de lo que algún día seremos. Inexorablemente. Nuestro momento punk. Los odiamos todavía más cuando nos decían: ya vas a ver como es el mundo cuando tengas mi edad. En el mismo momento que enuncian eso nos están condenando ora a imitarlos ora a hacer todo lo posible para evitar ese destino. Entonces nos dedicamos a poner la vida a raya. Que es como querer marcar a Messi, Neymar y a Suárez al mismo tiempo. A quién se le ocurre que eso es posible.Tres perros enjaulados que sueltan en cada partido para que salgan corriendo a morder. El caballo muerto, la humedad de las paredes, las ojeras en el espejo. Somos ese profesor especialista en la escuela de Frankfurt que no habla alemán. Me escribió Chris. Dice que recibió un dinero que no sabía que tenía de unas cuantas traducciones; que Charles está en Noruega y que su hermana, la que vive en Tanzania, tiene un poder de persuasión demasiado grande como para que ellos puedan irse a otra parte. Como siempre firma ¨Chris, tu pirata favorito´. Ellos también vivieron en la terraza. La bautizaron como el Top Roof Sanctuary. Carolina acababa de irse. De hecho yo tenía mi cintura rota de bajar las cajas con sus libros. No llegaron a cruzarse. La separación de los mundos. La gata vuelve a saltar tratando de cazar una libélula. Después hace un sprint de una punta a la otra, se arquea y finalmente se enrosca en la maceta del limonero.

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