El ilusionista (L’illusionniste), de Sylvain Chomet

Sylvain Chomet llegó hace unos años a Edimburgo para presentar su film anterior, Les Triplettes de Belleville, se enamoró del lugar y quiso hacer algo con la ciudad. Cuando llegás a Edimburgo obvio que querés hacer algo con la ciudad, querés conservarla de cualquier manera en tu mente, no alcanzan las fotos, dibujarla es una mejor manera de atraparla.
El ilusionista, la forma que encontró Chomet de eternizar su recuerdo de Edimburgo, está ambientada a mediados de los 60 y basada en una historia escrita por Jacques Tati. El ilusionista es otra joya animada que dan ganas de capturarle cuadros e imprimir y pegar en las paredes. El dibujo detallista de Chomet, que ya en Les Triplettes maravillaba, sigue impresionando e invitando
a una segunda visión de varias escenas. Esta es animación de la de antes, amigos: se ve y se siente que hay una mano maestra llevando a los personajes.
Tatischieff, con los movimientos y el espíritu del gran Jacques Tati, es un mago al que las cosas no le están yendo muy bien en Francia y viaja a Escocia (junto al conejo con el que comparte escenario) invitado por un borrachín que se encuentra en una fiesta. Llega a un pueblo, donde conoce y desarrolla una relación bastante especial con Alice, una chica un par de décadas menor que se transforma en una especie de asistente. Juntos viajan a Edimburgo. La lluvia casi constante, las calles, los castillos, los insoportables gaiteros, ilustran perfectamente a una ciudad que parece no haber cambiado tanto en los últimos 40 años. Tuve mucha suerte de poder ver esta peli justo en ahí, después de la proyección uno salía a caminar por esas calles y estaba todo a la vista, la ciudad también parecía dibujada por Chomet.
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+ info: http://www.lillusionniste-lefilm.com

J. Pérez

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