La prímera cosa que me gustaría decir es que considero un acto de fundemental importancia estética el vender tu auto para hacer una película. La segunda cosa es que la honestidad y las buenas intenciones cuentan. Por supuesto que si Oliver Stone hace un fiasco de Alexander con sus buenas intenciones no sirve, pero sí de lo que se trata es de contar algo que vos solo podés, porque resulta que sos él único que está allí y puede contarlo, cuenta y es importante, más allá de los resultados. Tercera. Está es una película ingenua en algunos aspectos, tan ingenua como nos parecían todas las películas orientales cuando empezamos a verlas y aprendimos a hacerlo. Cuarta cosa. La pelicula es entretenida y bastante divertida, con todos sus actos fallidos a cuestas. Quinta. La idea de que una película puede tener solo un valor antropológico es una idea del pasado, la idea del hombre blanco occidental que mira cultura extrañas como un espectáculo. Sexta cosa. El qué en una pelicula hecha en Buenos Aires por un miembro de la comunidad coreana los personajes varias veces al día reciben insultos del tipo coreano de mierda puede ser un error de guión; también puede indicar que los porteños son mucho más racistas de lo que queremos admitir. Y eso es solo algo que un miembro de esa comunidad puede saberlo.

Dj malhumor

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